Muchas parejas tienen problemas con frecuencia y se
acostumbran a vivir bajo el conflicto por lo que a veces no distinguen entre
una crisis o la verdadera necesidad de separarse.
Podemos decir que una pareja deja de serlo cuando la
relación empieza a convertirse en amenazante e insatisfactoria, cuando se
pierde la intimidad y el respeto por sí mismos; comienzan a preocuparse por lo
que falta en la pareja, centrándose en observar lo negativo y las necesidades
que no están cubiertas.
Cuando la pareja pierde el horizonte y siente que pierde
razones para seguir con la otra persona, se inicia ese proceso de deterioro del
amor que para muchos concluye en la ruptura.
Existen otros aspectos que nos indican que la relación está
desgastada y que, en muchas ocasiones, son la causa de una ruptura de pareja.
Indicativos de que la relación de pareja ya no es tal:
Cuando los tres elementos de la pareja: el yo, el tú y el nosotros no participan de una interacción
dinámica y equilibrada. Cuando uno de ellos ahoga la posibilidad del otro.
Cuando el amor muere por falta de nutrientes. Las parejas se
dejan llenar de obligaciones y no encuentran la manera de alimentar sus
expresiones amorosas.
Una de las primeras manifestaciones del desamor es la
pérdida de contactos corporales. (contacto visual, dejar de mirarse con
ternura, con aprobación, con agrado, las caricias se vuelven mecánicas y
obligatorias, los besos dejan de ser profundos y se traducen en manifestaciones
de saludo o despedida, las frases amorosas pasan al olvido).
La comunicación se vuelve confusa, agresiva, llena de
suposiciones y malos entendidos. Cada uno adopta una postura que le impide
establecer una expresión comunicacional sincera y abierta.
La mayoría de las parejas que terminan en separación no han
logrado cumplir con las expectativas ni de sí mismo, ni del otro. Es probable
que hayan idealizado cómo debe ser una pareja "perfecta" y han
luchado inútilmente por obtenerla. Las parejas perfectas no existen, existen
seres humanos cuya forma de actuar, de sentir, de emocionarse, de plantear la
vida, es agradable para el otro; no tiene que ser igual al otro.
Cuando llega el desamor.
En otros casos, simplemente las parejas se desenamoran y se
mantienen atrapados en una relación insatisfactoria por miedo a cambiar su
estilo de vida, a la soledad y a tomar decisiones.
Pero una vez que dan el paso, muchos descubren que pueden
superar los cambios, e incluso beneficiarse de ellos; que son perfectamente
capaces de vivir solos y disfrutar de la compañía de uno mismo; que la ventaja
de tomar sus propias decisiones es que antes de hacerlo te preguntas qué deseas
y empiezas a escuchar tus deseos y necesidades, lo que te lleva a complacerte
en cada gesto del día a día.
Al final, con este tipo de decisiones no solo valoras y
practicas tu libertad y autoestima en esa búsqueda de tu felicidad sino que
permites al otro que tenga la oportunidad de ser feliz y de cubrir las
necesidades y deseos que en pareja no veía satisfechos.
Si después de analizarlo mucho, se llega a la conclusión de
que no se está atravesando la crisis y si sientes que vuestra relación ha
llegado a este punto en el que no hay ilusión por la relación y el solo
pensamiento de estar juntos dentro de 10 años se ahoga, quizá sea el momento de
ser sinceros y generosos con nosotros mismos para devolver la vida que nos están
quitando.
Una ruptura no es el fin de la vida sino el comienzo de una
nueva etapa en la que se tiene la oportunidad de perseguir nuestras ilusiones.
maruesva.