CUANDO EL AMOR ES UN
CHISTE DE MAL GUSTO…
el amor es una mierda. Qué bien se siente decirlo, así,
abiertamente y sin rodeos ni tabúes, porque no hay otra descripción para el
amor, si no está. Que es una mierda.
Y es que lo es. Llega disfrazado de unos ojos rasgados, unos
rizos patéticos y una silueta encajada en una faja. Así llega y uno no se
da cuenta. Después de un agresivo y exhaustivo coqueteo cuando uno menos se da
cuenta, ahí está, besándola, sin importar el volumen de esa cintura, simplemente
besando lo que uno puede llegar a considerar el mejor beso de los últimos
tiempos. Amor de mierda. Besos patéticos y de mierda. Tan patéticos que toca
besarla otra vez y otra, para confirmar que sí, que los besos perfectos son el
sello de lo que puede ser un amor de mierda. Y por eso, uno sigue besando y
besando, hasta que la noche y los cuerpos no dan para más besos.
Luego como ya sabemos que el amor es una mierda, uno llega y
mientras trata de dormir recuerda cada mirada, cada coqueteo, cada roce, cada
maldito beso, cada segundo y así lavándose la cabeza diciéndose una y otra vez,
que fue algo de una noche, fue algo de un momento, que no aparecerá, que lo que
paso hoy se queda en el ayer y así… hasta quedarse dormido. Y es que el amor es
tan mierda que ya uno tiene interiorizado y se convierte en reflejo, que al
segundo de tenerlo se está preparando para perderlo. Es que el amor es una
mierda.
Pero como ya sabe –el amor- que esa ya nos la sabemos, se
hace más mierda y hace que al día siguiente la boba aparezca, encantadora.
Y el siguiente. Y el siguiente del siguiente hasta envolvernos porque cada día
es más encantadora. Y entre más imposible más uno se enamora. el amor de
mierda. Porque entonces es un reto para uno. Esa mujer maravilla que llevaba
retirada por años, saca todo su equipo de los viejos tiempos dispuesta a hacer
posible los imposibles. Y el amor de mierda feliz viéndolo a uno intentando
imposibles.
Y uno se envuelve. Y uno ríe. Y uno goza. Y uno siente vida.
Y uno sueña. Y uno se ilusiona. Y cada día es mejor. Y cada conversación más
profunda. Y cada sentimiento es más fuerte. Y todo duele. Y si no escribe le
pesa a uno como el cuerpo, o el alma porque es algo que uno no sabe que es lo
que le pesa, pero le pesa, entonces debe ser el alma que no existe, pero
existe. Y si hay pelea uno siente de inmediato como no puede volver a reír.
Y si no llama uno se vuelve torpe y del apretón del pecho no
logra casi casi que ni hablar. Y uno entiende que a uno le importa cuando se da
cuenta que por el amor de mierda uno haría cualquier locura, con su viejo papel.
Pero los súper y
patéticos poderes de mujer maravillan solo los da el amor de mierda. Ese que
nos vuelve invencibles en algún momento, pero vulnerables en cualquier segundo.
Luego como el amor es una mierda, ya cuando uno está bien
enganchado y ya ha dicho las cosas más lindas y románticas que jamás haya
dicho. Ya después de haber escrito las líneas más tiernas y absurdas del
universo, ya después de mostrarse feliz y enamorado, ya después de hacerse
vulnerable, el amor se le burla a uno en la cara, demostrando que lo de mujer
maravilla quedo en el pasado y jamás volverá a serlo y se larga porque así es
el amor, ya sabemos, una mierda.
Y uno se queda bastante idiota con los mismos dolores que ya
conocía, pero que ahora son más fuertes. Uno se queda bastante decepcionado, si
otra vez, solo que más fuerte porque uno pensaba que el amor de mierda se lo
volvería a hacer. Pero que va, el amor de mierda sabe jugar sucio. Uno se
queda con odio, y sin ganas, pero con la certeza que, para la próxima, el que
será otra vez, una mierda con el amor, seré yo.
MARUESVA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario